En recientes años, el Partido de la Revolución Democrática que fundó en 1989 Don Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, a partir de una base que nació con el FCLN (Frente Cardenista de Liberación Nacional), junto con dirigentes sociales, políticos y económicos en México, y primera fuerza de grandes latitudes desde una izquierda seria y propositiva, incluyente y sólida, ahora vive el final de un ciclo.
Después del año 2000 comenzó —veo y creo— esa agonía que dos décadas después les ha llevado al final, y presumo que así como desde 2006 y 2012 militancia y simpatizantes fueron mudando al Movimiento de Andrés Manuel López Obrador —que lo recibió y cobijó Cárdenas Solórzano, y le ha llevado a consolidar todo lo que ahora es MORENA y la 4T—, hoy la orfandad política quizá termine por encaminarlos a otras rutas, conocidas o nuevas, ya se verá.
La lucha democrática de las más recientes décadas en el país no se puede entender sin aceptar la participación activa del PRD, así como de MORENA.
Hace seis años en lo nacional, y ya como dos años antes (2016) en estados como Veracruz, ya les mandaba señales el tablero del combustible en el auto que entre los cuadros y actuación política rondaba la pobreza, y en el mapeo de atención urgente, que de no hacer algo, les llevaría a una desaparición. Hoy esa es la realidad.
Analistas y expertos, como el Dr. Willibald Sonnleitner, profesor e investigador del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México, hace algunos años advirtió el actual escenario perredista.
Y es que el pasado 2 de junio, alcanzó el PRD 1.9% de votos en la elección presidencial y 2.5% para el apartado legislativo, y en ambos sentidos por debajo del 3% que resulta el mínimo para conservar el registro electoral, y como todo en la política y la vida: "espacio que se desocupa, otro llega y ocupa". Aquí en Veracruz, el PRD igual estaría por perder su registro.
Todo el descontento social que en su momento hizo nacer al PRD a través de las corrientes y liderazgos, sobre todo de don Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, junto con don Heberto Castillo, Gilberto Rincón Gallardo y Amalia García, entre otras personalidades, les llevó a la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México (1997), e incluso de diez gubernaturas, pero vino un choque y fragmentación en el interior y muchos dirigentes, líderes, militantes y votantes cambiaron del PRD a MORENA.
Alguna ocasión, platicando con Don Gonzalo Martínez Corbalá (QEPD), político, diplomático mexicano y amigo cercano al Ing. Cárdenas Solórzano y a toda su familia, me dijo que desde su enfoque veía a un PRD con militantes de perfil volátil, y que a diferencia del voto duro y base del PRI y PAN, esa volatilidad tarde o temprano resultaría en la mutación a MORENA, y a la vez en el debilitamiento de los partidos.
Las coaliciones y alianzas que en recientes años logró hacer el PRD con PRI y PAN, creo que les llevó a un error de cálculo en lo electoral e incluso, hasta como sector gobierno cuando lo han sido o fueron.
Una mujer del PRD —amiga de la región de los Tuxtlas— un buen día, desayunando, me platicó que para muchos militantes de ellos y de la izquierda, por identidad, no les resultaría sencillo sumarse y apoyar las alianzas con quienes han sido rivales y adversarios en la lucha, y creo que este factor también cooperó en lo que ahora vive el Partido de la Revolución Democrática.
Los electores que aún sigan en la identificación con el PRD, ya veremos para dónde jalan en las elecciones municipales del 2025 en Veracruz, pues en esa ala de la izquierda igual hay votantes urbanos como rurales, pues casi cuatro décadas de existencia no pueden dejarlos escapar otras fuerzas.
La crisis en algunos partidos políticos estaría llevando al inicio de una reconstrucción democrática o quizá, volver al unipartidismo.
JOSÉ LUIS ENRÍQUEZ AMBELL
enriquezambell@gmail.com
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