Jacobo Grinberg se ha convertido en algo así como un “mito” debido a la manera en que súbitamente desapareció cuando llevaba a cabo una importante labor como científico, en toda la extensión de la palabra, pues ocupaba un puesto como investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hasta diciembre de 1994, fecha a partir de la cual no se ha sabido, con certeza, adónde fue a parar. Entiendo por mito a la difusión de ciertas creencias que han tomado preeminencia en torno a su existencia y desaparición que apuntan hacia la presencia de fuerzas e intereses relacionados con el conocimiento (como poder) y sobrenaturales, dibujados a veces sí a veces no, pero que finalmente apuntan sobre interrogantes que siembran dudas complicadas de resolver.
Detrás de toda esta telaraña de sucesos que se narran acerca de la desaparición intempestiva de Grinberg, infelizmente, se diluye la experiencia científica que llevó a cabo en comunidades indígenas sobre los chamanes, que representa una de las experiencias más increíblemente llenas de riqueza de nuestras culturas ancestrales, de los saberes no occidentales vividas por Grinberg. Llama la atención que, al tratarse de una experiencia que va a contracorriente de la visión occidental de ciencia, Grinberg (como científico formado por la cultura occidental) la concibió en la misma ruta científica occidental. La idea, en mi modesta opinión, en general, que lo llevó a no mirar lo revolucionario de su práctica científica con respecto a occidente, fue el metodizar la ciencia.
Traer a Grinberg tiene que ver con la aprobación en el congreso federal que ocurrirá en breve y que es la aprobación de la Ley sobre la Protección de los derechos de los Pueblos Indígenas. En ese contexto, la comunidad en la lógica de corrientes críticas actuales, como la decolonial, ha retomado el estudio de la comunidad indígena latinoamericana y caribeña como punto de referencia central en la construcción de un paradigma alternativo ante la crisis que vive occidente ante la falta de alternativas lógicas ante el daño causado por la sociedad industrial al planeta. Obrador, ha destacado la importancia que la cultura prehispánica tiene en la formación de los valores del mexicano actual. Contrariamente, a las creencias que impusieron los invasores, negando su existencia.
Grinberg, su práctica científica, tiene que ver con lo anterior. Jacobo, es (si aún vive) un hombre de ascendencia polaca, de familia judía. Migraron a México con motivo de la amenaza que representó para los judíos el ascenso de Hitler al poder en Alemania y el estallamiento de la Segunda Guerra Mundial. Como al abuelo de Jacobo no le entendían el apellido en Veracruz, a donde llegó de Europa, cuenta Grinberg, adoptó el de Grinberg que era fácil de entender y escribir. La familia se instaló en la Ciudad de México, en donde montaron actividades comerciales como sostén económico familiar. La experiencia de haberse hecho cargo del tiempo que duró la enfermedad de su madre y luego su muerte (cáncer cerebral), influyó para la futura actividad profesional de Grinberg.
Lo que destaca la obra de Grinberg, para efectos y el interés del presente texto, es la presencia de “Pachita” (María Bárbara Guerrero) identificada como parte la cultura de los curanderos o chamanes mexicanos. Aquí quiero subrayar lo siguiente, cuando Obrador alaba al pueblo mexicano como un “pueblo sabio” no es un acto demagógico del que se puede deducir que AMLO lo está llenando de piropos para ganarlo a su causa. En realidad, de verdad, el pueblo mexicano es un pueblo sabio. El problema es que se ha mal entendido o nos hemos educado en una idea de sabiduría excesivamente asociado a la manera en cómo se entiende sabiduría desde el punto de vista occidental, que nada tiene que ver con lo nuestro, salvo en la parte en que nos hemos mimetizado a lo largo del tiempo.
Para occidente, el sabio es una figura como la de Einstein, con un grado académico, frente a un pizarrón, en donde muestra una fórmula matemática, con el pelo revuelto. Sin embargo, no existe nada escrito que indique que impartir clases, un título académico, alcanzar un nivel dentro del sistema nacional de investigadores, o pertenecer a un consejo de ciencia, ni el obtener un cargo público, implique la obtención de saber. Dice Obrador que el mejor presidente de México, en la época reciente, el general Cárdenas, no terminó la primaria. El saber, la sabiduría, es un concepto social, cultural, profundo, que crea condiciones propicias para el mejorar el pensamiento y elevarlo desde el punto de vista de las cualidades comprensivas que posee cada persona de bien.
El saber científico/empresarial/occidental es otra cosa. La experiencia de campo de Grinberg, los chamanes y pachita, no pertenecen a la experiencia occidental sino a otra, que se revela como propia, que es la cultura y el saber latinoamericano y caribeño, y hasta propio de las culturas periféricas del mundo actual e, inclusive, en algunos casos, insertas en las culturas aplastadas por occidente en su interior bajo el manto de soberbia que ha caracterizado a occidente, que supone que su ciencia es única y todo lo demás es pura superchería, la nada. La experiencia del saber de este lado de la línea que es puro vacío para occidente (Boaventura), se trata de un punto que rompe con la tradición científica occidental y así lo entendió parcialmente Grinberg.
Pachita hacía curaciones o actos de sanación espirituales, psíquicas, con la colaboración del espírit de Cuauhtémoc, de acuerdo a lo expresado a Grinberg. El último emperador azteca, lo fue luego de Moctezuma (recibió a Cortés) y de Cuitláhuac (asumió el poder por unas semanas ante las acciones de guerra de conquista de Cortés, luego de la muerte de Moctezuma. Cuitláhuac, murió de viruela traída por los españoles). A Cuitláhuac le sucedió Cuauhtémoc, quien vivió la derrota del pueblo mexica ante las tropas de Cortés y sus aliados mesoamericanos (León-Portilla). Bárbara Guerrero, Nació en la ciudad de Parral, en Chihuahua, y a decir de su nieta (y heredera de sus tradiciones) poseía un poder mental desde su infancia. Con mirar a las personas y sin conocerlas predecía lo que les ocurriría en un futuro, como la muerte.
No todo lo que curaba sanaba, pero generalmente era asertiva. No era un personaje desconocido para la vida cultural y política de finales de la década del siglo pasado. Grinberg, la conoció por intermedio de Margarita López Portillo, hermana del ex presidente José López Portillo (1920-2004). Ella presentó a Pachita con Grinberg. Cabe subrayar que entre los chamanes también existen fiascos como ocurrió con Francisca Zetina (la “Paca”). Ella aseguró saber el paradero del asesino intelectual de Francisco Ruiz Massieu (líder priísta y cuñado de Carlos Salinas, ex presidente de México), Manuel Muñoz Rocha, cuya osamenta fue “encontrada” en un rancho conocido como El Encanto. Fue un montaje, se trataba de los restos de su padre, que fueron llevados ahí con el fin de librar presuntas amenazas de Raúl Salinas (hermano de Carlos Salinas), de quien era “consejero”.
Dice Grinberg: “Durante las operaciones que realizaba ella era capaz materializar y ciernaterializar objetos, órganos y tejidos. El manejo de las estructuras orgánicas, le permitían realizar trasplantes de órganos a voluntad, curaciones de todo tipo y diagnósticos a distancia con un poder y exactitud colosales … Estar junto a Pachita era una experiencia única en la cual se experimentaba el poder de su mente capaz de conocer los contenidos del pensamiento, las intenciones y las experiencias más íntimas de sus colaboradores y pacientes como si fueran un libro abierto. Además Pachita lograba penetrar el tiempo prediciendo eventos futuros corno si su campo neuronal en interacción con la lattice del espacio-tiempo decodificara y modificara la estructura temporal de la realidad”.
Grinberg, trató de comprender a Pachita en la lógica de la ciencia occidental y retomó para ello a la ciencia y la física cuántica. Asimismo, profundizó en otras culturas con una profunda experiencia subjetiva como el hinduismo, el budismo, entre otras experiencias. Para Grinberg, la lattice es una red cósmica a la que se conectaba Pachita, por medio de su elevada capacidad neuronal, de su cerebro, así como de la capacidad de su pensamiento que no es igual a cerebro. Es todo un reto la experiencia de Grinberg y Pachita, que desafía el mundo de la ciencia occidental y su cultura hegemónica.
Volveremos sobre el tema, pero Pachita es otra de las mujeres que forman parte de la “era de las mujeres” que recién se ha inaugurado con Sheinbaum, esperemos de su sensibilidad para comprender la cultura y las tradiciones ancestrales y su relevancia para hacer de México una potencia científica en el marco de una ecología de saberes. (El autor de esta columna es doctor en Desarrollo Regional, actualmente lleva a cabo una estancia posdoctoral en la Universidad de Guadalajara (UdeG), es docente de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), e imparte los seminarios de “Textos científicos” y “Ciencia, teoría e investigación”, en el doctorado en Ciencias Sociales de la FTSSPyP)).
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