El gobernador Cuitláhuac García Jiménez no puede ni debe asumir el papel de activista, por ignorancia supina o por dolo, lastima, ensucia y degrada el cargo que el pueblo le confirió.
Muy grave que esté arengando a una manifestación en contra de los ministros de la SCJN, a quienes acusa de manera irresponsable de corrupción. Lamento la total ausencia de institucionalidad, lamento el lenguaje y las formas.
En democracia el debate es necesario, a nadie debería de sorprender y mucho menos asustar que los actores políticos confronten posiciones públicamente; el problema es cuando el debate se contamina con ataques, descalificaciones y amenazas.
Usar el poder para descalificar y atacar a opositores no es un acto democrático, el problema se agrava cuando el embate se dirige a un poder independiente y trasgrede el equilibrio que le da estabilidad a la República.
La SCJN no está al servicio ni sometido al Poder Ejecutivo ni al Legislativo, su misión es ser garante y guardián de la Constitución.
Posiciones como la del gobernador de Veracruz y otros actores políticos que militan en Morena, además de irresponsables, provocan una crisis política inédita en los tiempos modernos de nuestra incipiente democracia.
Una dosis de sensatez y mesura son necesarias, incluso en medio del intenso debate y la lucha por el poder por la que atraviesa México.
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