El mundo está en constante cambio de manera natural, sin embargo, pareciera que como seres humanos no sabemos seguir este mismo orden, en ocasiones queremos que la transformación sea más acelerada y nos olvidamos de tener armonía con el entorno, pero en el común de nuestros vínculos nos cuesta el cambio, repetimos con frecuencia los patrones que ya hemos probado sin éxito alguno, hasta que llega un atisbo de esperanza que nos muestra que quizás de forma distinta el resultado también sea otro.
Lo anterior surgió de un conjunto de reflexiones que tuve durante la segunda edición del Festival de las Ideas, realizado en la ciudad de Puebla, donde durante 3 días se presentan diversos ponentes para compartir su conocimiento e incluso experiencias de vida. Las temáticas abordadas son diversas, pero convergen en un punto, las ideas presentadas en ese escenario han servido para inspirar, transformar e innovar en los entornos inmediatos de los ponentes, algunas incluso han logrado trascender barreras geográficas.
Entre las grandes personalidades quienes más emocionaban a los asistentes eran mujeres, dos de ellas mexicanas: Katya Echazarreta y Eufrosina Cruz. Ambas han sido innovadoras en sus ámbitos, han desafiado todos los no y principalmente desde sus propias historias han demostrado que ser mujer no es una limitante para cumplir sus sueños e inspirar a otras personas a hacer lo mismo. Desde sus capacidades y espacios las dos tienen un mismo objetivo: cambiar el mundo y lograr que cada día sean más las personas que se sumen a sus causas.
Katya tiene 27 años, es ingeniera electrónica, divulgadora científica y el año pasado se convirtió en la primera mujer mexicana en viajar al espacio exterior, ella comparte que esta experiencia indudablemente humaniza a cualquiera, estar más cerca de las estrellas, ver el mundo desde una vista única te hace entender el impacto de una vida y ahora quiere esparcir esa sensibilidad con más personas.
De igual forma Eufrosina Cruz ha sido una agente de cambio, desde muy temprana edad supo que quería cambiar su historia, que no quería que su destino estuviese determinado por los usos y costumbres de su pueblo, donde las niñas adquieren matrimonios forzados desde los 12 años. Gracias al ejemplo su maestro supo que había más posibilidades en su vida y decidió perseguirlas a costa de todo. Actualmente como diputada sigue con la lucha para que al igual que ella más niñas tengan otras oportunidades, busca tipificar el matrimonio infantil como un delito grave.
En pleno siglo XXI es común que en comunidades indígenas bajo el pretexto de los usos y costumbres, alrededor de 38 niñas al día son obligadas a casarse con hombres adultos. Esto limita las oportunidades de desarrollo que podrían tener y es una forma de violencia porque rompe incluso con su propia libertad. Ante este panorama Eufrosina ha presentado una iniciativa en el senado que busca frenar el matrimonio forzado de las infancias. Misma que ha estado congelada y que requiere de pronta atención. Se da prioridad a asuntos como la conmemoración de un Día del Frijol, pero la iniciativa que busca cuidar los derechos humanos de la niñez sigue frenada.
Hoy hay más figuras públicas presionando para que esta propuesta llegue a los espacios adecuados, la participación de todos y todas en temáticas similares es necesaria. El mundo necesita que nos involucremos en eso que nos molesta, que dejemos la comodidad, el conformismo y la apatía, que tomemos ejemplos de líderes para luchar por las causas que nos representen. No se trata de luchar por cualquier cosa, pero sí hacerlo desde nuestros propios intereses. Dejemos de esperar que el mundo cambie por sí solo y comencemos a replicar lo que admiramos de otras personas para obtener el mundo que tanto añoramos.
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