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Por Francisco Blanco Calderón
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Francisco Blanco Calderón

PROPAGANDA, DESINFORMACIÓN Y MANIPULACIÓN

Este método, utilizado en la Alemania nazi, es retomado hoy por Estados Unidos e Israel en la guerra contra Palestina.

2025-04-13 | 07:00 a.m.
PROPAGANDA, DESINFORMACIÓN Y MANIPULACIÓN
Diario del IstmoDiario del Istmo

En los cimientos del control de masas que despliega, hoy en día, el nuevo orden mundial, se confrontan dos grupos antagónicos: los globalistas y los soberanistas. Por un lado, los apocalípticos neoliberales centrados en la globalización, representados por BlackRock, la Banca Rothschild, George Soros y Bloomberg. Por el otro, la alianza entre Estados Unidos y Rusia. No obstante, se fortalecen también visiones nacionalistas y progresistas, como las representadas por los BRICS (Rusia, China, India, Brasil, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos), junto a sus nuevas alianzas con Cuba, Venezuela y Colombia. Todo esto se evidenció en la reciente Cumbre de la CELAC en Honduras, que reunió a toda América Latina para tratar la necesidad de fortalecer económicamente a la región mediante la diversificación de mercados, para no depender solo de Estados Unidos.

Frente a esta confrontación de modelos económicos, ambos sustentados en el control de las masas y en la mediatización de las conciencias de poblaciones inermes por medio de las nuevas tecnologías de la información, conviene recordar los principios del eje propagandístico de Joseph Goebbels: simplificación y enemigo único; inculcar una sola idea; utilizar un único símbolo; individualizar al adversario como enemigo absoluto. Todo ello se complementaba con un estricto control de la prensa, el cine, la radiodifusión, la naciente televisión y, sobre todo, la propaganda mediante carteles, grandes mantas en edificios estratégicos, el "paso de ganso" de las milicias y la incorporación de las juventudes alemanas.

Este método, utilizado en la Alemania nazi, es retomado hoy por Estados Unidos e Israel en la guerra contra Palestina y también para apoderarse de las "tierras raras" de Ucrania: unificar a los diversos adversarios en una sola categoría o individuo; atribuir al adversario los propios errores o defectos; responder al ataque con otro más contundente o personal; y, cuando sea imposible negar las malas noticias, inventar otras peores o más llamativas para distraer.

Pedro Baños, escritor, militar y destacado especialista en geopolítica, en su programa de YouTube, Así nos manipulan, con su autorización nos refirió, lo siguiente: "Se recurre a la exageración y desfiguración para transformar cualquier evento, incidente o anécdota, por pequeña que sea, en una amenaza grave o existencial. Todo con el fin de adaptar el mensaje a las masas a las que se dirige, pues son pocos los datos que la mayoría puede asimilar sin esfuerzo mental. Se emplean mensajes simples e impactantes, emocionales, que no se olviden con facilidad. Del mismo modo, se orquestan pocas ideas, repetidas sin cesar por personas o medios de comunicación convencionales, para convertir mentiras en certezas a fuerza de insistencia. Muchos medios, con el mismo mensaje —opinión sincronizada—, buscan confundir con información sobre el adversario. Si el adversario responde, se dirige la atención hacia nuevas noticias y narrativas. Para ello, es necesario anular las noticias mediante el uso intensivo de medios de comunicación afines, que aparentan independencia, y usar ideas preconcebidas o tradicionales del público (mitologías, odios ancestrales, rivalidades), difundiendo argumentos y narrativas que arraiguen fácilmente en el subconsciente, con el fin de generar un convencimiento generalizado que impida el pensamiento propio, o al menos que nadie se atreva a expresarlo públicamente".

El programa puede verse en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=6EUmSmHKmxM&t=195s

Todo ello conforma lo que se conoce como guerra cognitiva, una forma de guerra no convencional que utiliza herramientas cibernéticas para alterar los procesos cognitivos del enemigo, explotar sus sesgos mentales y su pensamiento irreflexivo, y provocar distorsiones que influyen en su toma de decisiones, entorpeciendo sus acciones. Esto tiene efectos negativos tanto a nivel individual como colectivo. El objetivo declarado es atacar, explotar, degradar o incluso destruir la manera en que una persona construye su propia realidad, su autoconfianza mental y su confianza en los procesos y enfoques necesarios para el funcionamiento eficiente de grupos, sociedades o incluso naciones.

La guerra cognitiva es una forma de guerra híbrida. Utiliza la información como combustible, pero va mucho más allá de esta. Se apoya en los despliegues de las grandes corporaciones tecnológicas y en la vigilancia masiva para explotar el Big Data: la ingente cantidad de información que producimos en todo momento. Estos datos permiten conocer mejor a cada individuo y usar ese conocimiento para modificar su forma de pensar. Su campo de acción es global y su objetivo final es tomar el control del ser humano.

A su vez, George Orwell, en su novela 1984, lo expresó así: "Despiertos o dormidos, trabajando o comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la cama, no había escape. Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo...". Los móviles y dispositivos tecnológicos, mediante la exposición constante, generan una inevitable manipulación de la verdad desde organismos de poder, a través del control de nuestros datos, especulaciones sobre el futuro y el uso de la tecnología. Se crea así un entorno donde todos nos vigilamos entre todos, un sistema de autocontrol sostenido por la sensación permanente de ser observados y vigilados bajo la coacción de normas impuestas. La analogía con la realidad no solo alude al Gran Hermano, sino a todo el engranaje y los mecanismos que se derivan de este sistema político autoritario".

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción, que consiste en desviar la atención del público respecto de los problemas importantes y los cambios decididos por las élites políticas y económicas. Esto se logra mediante un diluvio constante de distracciones e informaciones insignificantes. Esta estrategia es igualmente indispensable para impedir que el público se interese por los conocimientos esenciales en áreas como la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.

Se mantiene a la población distraída, alejada de los verdaderos problemas sociales, y cautivada por temas sin relevancia. El objetivo es mantener al público ocupado, sin tiempo para pensar: esta es la meta de las nuevas tecnologías de la información, secundadas por medios de comunicación que están en manos de grandes capitales. El fin: Manipular para control de la masa.


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