El historiador Niklas Olsen, director y profesor del Centro de Estudios Europeos Contemporáneos de la Universidad de Copenhague, publicó recientemente una historia intelectual del neoliberalismo, Cómo el neoliberalismo reinventó la democracia, “Parto de una definición pragmática. Entiendo el neoliberalismo como el producto ideológico de procesos en los que se autodefinen como liberales, desde el periodo de entreguerras, intentaron renovar el liberalismo como una ideología que dice promover órdenes sociales basados en mercados libres y libertad individual. En otras palabras, el neoliberalismo hace referencia a esfuerzos por construir nuevos liberalismos para repensar cómo se podrían redefinir las funciones del Estado para asegurar el libre mercado y la libertad individual”. (Nueva Sociedad.com).
Los neoliberales pretendieron limitar los mecanismos de la política tradicional en nombre de la democracia desde el mercado. Esta ambición se refleja en la construcción de instituciones internacionales que se han inmunizado contra la presión de la democracia de masas a fin de proteger el orden del mercado. El neoliberalismo se entiende así, como «la búsqueda de la política a través de la economía». El meollo es que el neoliberalismo rehabilita al mercado en nombre de los espacios tradicionales de la democracia, dándole primacía a lo económico por encima de lo político y por ende de lo social. El mercado visto como, soberanía domesticada al capital. La sociedad comprometida entre empresa y política para controlar todos recursos de pueblos enteros, con gobiernos que se someten, en complicidad a los intereses. Del mercado, para convertir a gobiernos dóciles (léase cómplices) en simples administradores de los bienes nacionales, pero el propósito real es que ellos entreguen a sus países al interés supremo del capital trasnacional.
En México prevaleció el neoliberalismo a partir de Miguel de la Madrid, pero su impulsor real fue Carlos Salinas de Gortari y se prolongó hasta Enrique Peña Nieto, en complicidad con un PAN ya subordinado a los intereses del PRI, todos se disciplinaron como lo hizo Ernesto Zedillo de visión retrograda y sobre todo corrupta, así como la dupla panista, Vicente Fox y Felipe Calderón, hasta el -massboy- de Peña Nieto. Seis sexenios que se distinguieron por la privatización de la economía de estado, unida al saqueo de los recursos naturales, energéticos y humanos que devastaron al país durante 36 años consecutivos.
Así como los organismos dizque autónomos, creados para sostener la ilusoria división de poderes: Dos casos emblemáticos, reconocidos por deshonestidad institucional, traición a la democracia y sobre todo falta de respeto a la autonomía real y auténtica. Uno de ellos: Lorenzo Córdoba Vianello, quien se desempeñó como presidente del INE, convirtiéndose, a partir desde el 2006 en fiel interprete de sus intereses y con descaro supremo en el 2018, ya como el vocero de esa minoría conservadora y rapaz. Se alineo a los intereses del capital y de exfuncionarios desplazados y expulsados del Edén del gasto público. Pasó de ser arbitro para venderse como dirigente social para movilizar en calles, a una manipulable sociedad desinformada, como las de Marea Rosa, al grado de salir él mismo a encabezar protestas dirigidas por el capital. Acudió a los organismos decadentes del exterior, como la actual OEA, Foros y Universidades aliadas a los intereses del capital. A su salida, se refugió en la academia y lo contrataron como analista de LATINUS de Carlos Loret de Mola, con el dinero de Roberto Madrazo y el respaldo de Claudio equis.
Lo mismo sucedió con Norma Lucía Piña Hernández, actual presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quién movilizó a trabajadores, muchos de ellos familiares de ministros, magistrados y jueces, en un inducido y financiado paro de labores, para impulsar protestas callejeras, toma de instalaciones del Congreso de la Unión, reclamando justicia para conservar sus salarios y privilegios. Pero esos trabajadores jamás serán afectados por la Reforma Judicial, además nunca serán liquidados quienes fueron contratados por sus familiares con sueldos base y meritorios. Esos trabajadores que ganan entre 7 mil a 18 mil pesos mensuales defendiendo a sus “patrones” que rebasan ingresos de 790 mil pesos cada mes. Absurdo, pero así fue. Lo peor de ello fue que la presidenta de la SCJN salió también a la calle en defensa de los fideicomisos que les otorgan prestaciones inauditas para un servidor público. Dio entrevistas a medios extranjeros, fue también a la OEA para frenar la reforma y hasta pedir la intervención de fuerzas armadas en nuestro país. Dos casos patéticos de quienes presidió al Instituto Electoral y quién aún preside a la Suprema Corte de Justicia, ambos que se escudaron en una democracia convenenciera a intereses ajenos de la sociedad mexicana.
Los acontecimientos recientes del 15 de septiembre, el grito pleno de colorido de luces de celulares, reflejos de paraguas por la pertinaz lluvia, entusiasmo desbordante de una población entregada al buen gobierno que termina. Todo ello entrelazado con la algarabía popular por la publicación lograda en el Diario oficial de Federación, pese a paros, movilizaciones, toma de instalaciones, amparos y suspensiones mañosas para detenerla con el respaldo mediático, religioso, auspiciada por moches del capital dolido, y sobre todo jueces, magistrados y ministros que frenaron los planes A y B, pero no pudieron o no supieron hacerlo, con el Plan C que se les revirtió: Mayorías calificadas en las Cámaras de Diputados y Senadores, la aprobación de 23 congresos estatales respaldaron el decreto firmado por el Presidente y la Secretaria de Gobernación: (https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5738985&fecha=15/09/2024#gsc.tab=0) .
Estos últimos días del actual gobierno se convulsionan en noticias falsas, mentiras, chismes y rumores. Producto de la oposición convulsionada. Va la tercera, eh?
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