El pasado domingo 12 de mayo se llevó a cabo el segundo debate rumbo a la gubernatura de Veracruz 2024.
Es importante reconocer el buen trabajo realizado por el OPLE Veracruz y por la Comisión Temporal de Debates, de manera particular, en la logística y organización.
Así mismo, destacó el desempeño de los moderadores: Mitzi Cordero Contreras y Javier Solórzano Zinser; como facilitadores profesionales, sin protagonismo, de las intervenciones de la y los candidatos en los temas de Educación y Cultura, Igualdad Sustantiva de Género y Derechos Humanos.
Respecto al desempeño de la y los aspirantes a la gubernatura, cada uno hizo su propio debate apegándose fielmente a su táctica, sin aprovechar la pericia personal para dirigirse a las y los veracruzanos. Siguieron el librito, a costa de la originalidad, limitándose a un intercambio frío y poco emocionante ante la audiencia.
Llamó la atención que los tres coincidieran en dos cosas. En recargarse varias veces en sus logros desde los puestos públicos desempeñados y en hacer esbozos de propuestas, sin mayor sensibilidad y explicación del por qué son necesarias en este momento y cuál es el beneficio.
Así, el segundo debate transcurrió con un exceso de racionalidad donde cada llevó a cabo su propio debate, sin usar el instinto y la intuición personal, indispensables para conquistar la atención del público.
En un debate, con la coyuntura actual, el valor de utilizar el instinto y la intuición permite hacer ajustes instantáneos que te muestren como alguien diferente, no una vez sino varias veces.
Pedagógicamente es mejor debatir desde marcos de referencia distintos que estar totalmente acartonado (a), expresando lo preparado.
Resulta insuficiente dirigirse solamente al pensamiento lógico y a la razón del votante. También se debe llegar a la parte donde priman el instinto y la intuición para propiciar momentos inolvidables que conecten con las personas, mostrándote como alguien flexible que establece un vínculo y un estímulo emotivo con ellos y/o con su entorno; como una gota con la que se toca y toca el voto duro del contrincante y el voto aún en duda para convencerlos, mientras se hace más sólido el voto de los propios simpatizantes.
Es extraño que, en este segundo debate, la y los candidatos hayan menospreciado al instinto y a la intuición como un medio de persuasión del voto, a su favor.
Incluso al recargarse en demasía en las alusiones particulares y hacer replica y contra replica de lo mismo, como ping pong, perdieron tiempo valioso en las más de 2 horas de intervenciones efectivas, para acoplarse al estado de ánimo actual y a las preocupaciones ciudadanas.
Tal vez no les avisaron que el primer debate tuvo una audiencia de más de 2 millones de personas en las redes sociales (dato del OPLE Veracruz), como una muestra de la expectativa que tenían servida en la mesa, equivalente al 33% de la lista nominal con 6 millones de votantes, si todos estuvieran registrados en la misa.
La política es intrínsecamente humana, pero a algunos les gusta hacerla sólo política. En el segundo debate se perdió la oportunidad de emocionar y convencer.
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