Fue un 12 de julio de 1533 cuando Don Bartolomé Frías y Albornoz impartió su primera cátedra de derecho en la Real y Pontificia Universidad de México, motivo de esa fecha en 1960 un comité encabezado por Federico Bracamontes fundador del periódico Diario de México le propuso al Presidente Adolfo López Mateos la conmemoración del día del abogado.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) al año de 2021 en México habían más de 442 mil abogados. El Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) señala que es la segunda carrera con mayor demanda en todo el país, lo que se refleja con el número de escuelas y facultades de derecho que hay por doquier, a las que habrá que agregar las que imparten la carrera de manera irregular denominadas “escuelas patito”; esas que llegan a ofrecer hacerte abogado en tan solo dos años; a las que habría que agregar también a los denominados “coyotes”, es decir aquellos que ejercen la profesión sin contar con el respectivo título y cédula profesional. Al respecto Juan Jesús Salazar Garza Onofre en su polémico texto No estudies Derecho señala: “Si hay demasiados abogados y éstos no han servido para la construcción de un mejor sistema de justicia, es porque las escuelas de Derecho así lo permiten, porque tales instituciones han sido omisas respecto a sus responsabilidades con la sociedad, interesándose más en fungir como una especie de fábrica de abogados antes que en formar verdaderos defensores”.
No obstante, se trata de una profesión con una importante función social. Muchos funcionarios públicos, asesores parlamentarios, dirigentes políticos, catedráticos, consultores, periodistas, encuestadores, responsables de órganos técnicos son abogados. Desde los espacios privados la función jurídica va encaminada a defender los intereses de los clientes donde no solo se encuentra bajo la responsabilidad de un técnico en derecho la libertad o el patrimonio de las personas sino incluso la vida misma.
Es innegable que la profesión no ha estado exenta de polémicas, malestar y de profundo rechazo social. El ciudadano común desconfía de los abogados, del cumplimiento de la ley y en general de todo el sistema de justicia donde persiste la visión generalizada de que a los pobres no hay quien los quiera defender, de ahí que la profesión enfrente desafíos para las nuevas realidades.
Han sido tiempos difíciles para la profesión jurídica, hemos pasado por una pandemia del COVID 19 que paralizó tribunales y juicios pero que también permitió buscar canales alternativos como el juicio y las audiencias en línea, el teletrabajo o home office, lo que generó la aplicación de las nuevas tecnologías y el arribo de la Inteligencia Artificial. Ello demanda de la diversificación de las actividades de los abogados en capacitación y en desarrollo personal.
Sin bien el mundo no sería un mejor lugar con la desaparición de los abogados, lo cierto es que más allá de las frivolidades, sátiras y burlas con las que se acusa a la profesión -como el lenguaje jurídico, el formalismo, la vestimenta de traje y corbata vetusta y presuntuosa, la inhumanidad e insensibilidad, la falta de escrúpulos y sentimientos, entre otras-, es importante reconocer a aquellos profesionales del derecho que día a día de manera deontológica dignifican la profesión ya sea en el litigio, la academia, el servicio público o la asesoría privada. A todos ellos nuestro reconocimiento
Sin embargo, como señala el texto Dignidad del Abogado de José Campillo Sáinz y parafraseando a Couture: “La vida del abogado está permanentemente expuesta a tentaciones y flaquezas. Bajo el puente de nuestra profesión pasan todas las miserias del mundo. Se dice por ello, que la abogacía puede ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios”.
Para finalizar recordemos en este día del abogado las palabras de jurista Piero Calamandrei cuando señala que: “Si hay aún inocentes que defender, si hay aún atropellos que denunciar, si hay aún dolores engendrados por la injusticia y las leyes dictadas para sanarlos, la abogacía es joven aún; y la juventud nunca es melancólica, porque tiene por delante el porvenir”.
Felicidades colegas ¡
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