Sazón del Istmo: "La Divina Providencia" un negocio con aromas caseros en el mercado Solidaridad Popular | VIDEO

En el corazón del mercado "Solidaridad Popular", entre aromas caseros y el bullicio de la vida cotidiana, hay un pequeño pero cálido rincón que lleva por nombre "La Divina Providencia". Detrás de ese mostrador humeante y acogedor, se encuentra Ana Primo Santiago, una mujer de temple firme y espíritu incansable, que ha hecho de la cocina no solo su forma de vida, sino también su testimonio de lucha, esfuerzo y superación.

Ana no siempre supo lo que era trabajar por cuenta propia. "Empecé sin saber, porque no sabía de trabajo", recuerda con una sonrisa humilde. "Pero gracias a Dios, le puse muchas ganas y aquí estoy". Esa fe y esa determinación la han sostenido durante los últimos 11 años, desde que decidió aventurarse en el mundo del comercio con el único respaldo de su deseo de salir adelante.

El negocio comenzó como un proyecto familiar. Fue una de sus hijas quien la motivó a emprender. "Empezamos juntas, pero ella no aguantó el ritmo. Se fue a los dos años. Yo me quedé y seguí. Nadie depende de mí, yo trabajo para mí", dice Ana con una mezcla de nostalgia y orgullo. Porque aunque el camino ha sido duro, cada paso lo ha dado con firmeza.

Hoy, "La Divina Providencia" se ha ganado el cariño de propios y extraños. Sus clientes no solo vienen del mercado, también llegan desde distintos puntos de Coatzacoalcos y hasta de municipios vecinos como Ixhuatlán. El secreto: su famoso caldo de gallina natural, un platillo que ha traspasado las fronteras de su local y que, según muchos, tiene el poder de reconfortar el alma.

Pero el menú no termina ahí. Durante la semana, Ana prepara con esmero milanesas de res y pollo, además de platillos especiales como barbacoa, mariscos, pollo y cerdo horneado, que son especialmente buscados los fines de semana. "Los sábados y domingos son los días más fuertes", cuenta. "Ahí es donde hay más trabajo, más venta... más cansancio también, pero más satisfacción".

El día de Ana comienza a las tres de la mañana. Vive lejos del mercado, así que debe salir muy temprano para estar lista a las cinco y comenzar a cocinar. "Comienzo a preparar todo para poder vender desde las nueve de la mañana. A veces desde las ocho. Y terminamos a las cuatro o cinco de la tarde, porque hay que lavar todo, dejar limpio, recoger", relata, con la naturalidad de quien ha hecho de la rutina una vocación.

No hay descanso, pero sí mucha gratitud. Ana no se cansa de repetir que todo lo ha hecho con esfuerzo y con la bendición de Dios. No se queja, agradece.

"La Divina Providencia" no es solo un nombre, es una declaración de fe. Y Ana Primo Santiago es el rostro de esa fe hecha trabajo: una mujer que, sin saber de trabajo, aprendió a fuerza de empeño; que, sin depender de nadie, se sostuvo con dignidad; y que, con una olla de caldo humeante y mucho corazón, se ha convertido en un ejemplo de superación para su comunidad.