Ángela y Pablo, de 70 años de edad, son un matrimonio indígena, hablantes de la lengua mixteca. Los abuelitos que ya tienen 51 años de casados y creen en el amor, salen con un triciclo a vender sus piñatas en las calles de Minatitlán para este 14 de febrero.
Ángela y Pablo, son originarios de Chigmecatitlán, Puebla, pero desde que se casaron viven en Minatitlán, en esta ciudad han vivido sus momentos más felices y tristes como el fallecimiento de sus tres amados hijos. Ángela relata que siempre se dedicó a vender por las calles dulces, aguas frescas, raspados, en su pueblo Chigmecatitlan.
Ángela recuerda que en aquellos años en su pueblo la economía en era buena, las personas contaban con parcelas, entre ellas su suegra. Pero luego comenzaron los problemas económicos, Pablo y su madre (su esposo y suegra) migraron a Agua Dulce y después en Minatitlán y ahí se quedaron. Con los años Pablo volvió a encontrar a Ángela, y se casaron. Pusieron un puesto de piñatas, y les iba muy bien. Pero al llegar la pandemia disminuyeron las ventas.
Doña Angela quien domina su lengua natal mixteca, se le ocurrió tomar un triciclo y hacer piñatas pequeñas. Esta pareja de abuelitos que van a cumplir 51 años de casados, tuvieron 3 hijos pero lamentablemente todos fallecieron. Es por eso que se siguen ganando la vida con su trabajo y salen a vender piñatas.
Ángela cuenta que su hijo mayor falleció a los 37 años, recuerda que él fue quien la motivó a empezar a vender muñequitos hechos a mano de palma y posteriormente a vender piñatas.
“Él me decía, hagalo usted así como hace los muñecos de palma, así hágalo, y también tenia una comadre que en paz descanse que también me los entregaba y yo más o menos veía como las hacía, pero ya después nosotros hicimos nuestro molde porque ella trabajaba diferente y nosotros trabajamos diferente” dice Doña Angela.
A pesar de los años trabajando, ellos siguen adelante, Doña Ángela ya esta perdiendo parte de su vista, pues no distingue bien los colores. Por otro lado aún su mente es muy creativa, y es que hacer piñatas no es tarea fácil, se necesita de mucha paciencia, creatividad y práctica, algo que con el paso de los años fueron dominando y que hasta el dia de hoy es su gran sustento económico.
El proceso para realizarlas puede tardar desde algunos días hasta un mes, dependiendo del tipo de piñatas que ellos elaboren. “Él (Pablo) se levanta a las 4 de la mañana a armar los muñequitos, yo pues en el día ya los visto pero esperamos a que se sequen bien porque si no se secan tampoco van a salir los muñecos”, comenta Doña Ángela.
Además de eso, sus clientes suelen pedirles piñatas de diferentes personajes, y si desconocen de qué se trata, ellos realizan su trabajo y llegan a ver las caricaturas para hacerlo lo más similar posible. Y es que también se adaptan a las temporadas, un ejemplo es para el dia del 14 de febrero, pues ya llevan vendiendo varias piñatas en forma de corazón desde 40 y 50 pesos.
Las piñatas suelen llevar mucho material y son hechas de periódico con engrudo y completamente a mano, algo que suele dificultar al producir muchas piñatas a la vez.
El periódico es escaso, al ser un material importante para realizar sus piñatas y muñecos hoy se les complica conseguirlo. Antes acudían a La Opinión de Minatitlan y comproban en cajas, sin embargo con el cierre no solo de este empresa sino de varias, complicó que ellos lo consiguieran fácilmente. “Algunos vienen a venderme aquí, como una ferreteria, el muchacho como voy a vender me dice cada mes venga por su periódico y así me han estado dando” comenta Doña Ángela.
Algunos días salen a vender, pero cuando sus piñatas se acaban tienen que realizarlas durante varios días, para después iniciar su largo recorrido en la tarde por las calles de Minatitlan para venderlas, o a las 9 de la mañana en el centro. Doña Angela agradece a todas las personas que le compran durante su camino. “Les agradezco a todos y a Dios,pues sin ellos no se como seria sin su ayuda, pues ya no me dedico a otra cosa más que a mis piñatitas” comenta.
Don pablo se encuentra de igual forma agradecido por las compras que le realizan cada que salen a vender sus piñatas. “Le agradezco a todas las personas que nos favorecen comprando nuestro producto, seguimos trabajando y les agradezco su preferencia”, expresa Don Pablo.
Así que si los ve en las calles con un triciclo no se olviden de comprar una piñata, un muñeco, usted les ayuda con esto. Ángela y Pablo son una gran historia de amor y de trabajo, ha disfrutado cada momento de sus vidas, cuando se casaron fueron felices, luego vinieron los hijos y disfrutaron cada momento hasta que Dios decidió llevárselos, el matrimonio lloró tras sepultar a cada uno de sus amados hijos.
Pero que sería de la vida sin los momentos tristes que van acompañados de la felicidad, hoy se siguen sosteniendo la mano, acariciando su rostro, y sí, demostrando que el amor y la amistad existe.
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