Llegados los meses de abril y mayo en años anteriores, era muy común que los jóvenes se alistaban para elaborar sus papalotes o pandorgas que daban color al cielo.
Sin embargo, en la actualidad esta tradición ha perdido interés, principalmente ante el aumento de las tecnologías que en su mayoría atrapan a los jóvenes y niños.
Utilizando barillas de guano, bambú y otros materiales, se armaban los "cuadros", de los papalotes.
Entre estos, rombos, exagonos, soles, estrellas, aviones, cajones, palomas, murciélagos, entre muchos otros, incluso en años anteriores había competencia por ver cual era la más llamativa o la que volaba más alto.
En las calles de Villa Cuichapa se podía ver a los niños y jóvenes corriendo con el fin que su pandorga pudiera surcar los cielos, aunque en este intento, muchas quedaban atrapadas entre las ramas de árboles o cableado eléctrico.
Sin embargo ahí no acaba la diversión, ya que algunos buscaban la forma de bajarlas y otros corrían a "armar" otra.
Actualmente son muy pocos quienes aún dispondrian de tiempo e interés por hacer una pandorga, en la que la diversión era precisamente el intento de ver qué se elevara, así como sentir la fuerza que con el aire aquiria.
Jairo Torres/Imagen del Golfo
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