Cada 14 de febrero, el día de San Valentín ha sido, históricamente, una de las fechas más esperadas por los reposteros de la ciudad, quienes solían ver en esta temporada una oportunidad de repunte económico gracias a la venta de pasteles, galletas y bocadillos temáticos. Sin embargo, en los últimos años, los reposteros locales han señalado que esta tradición ha cambiado debido al crecimiento de la oferta en línea, que ha impactado directamente en sus ventas.
Diversos reposteros establecidos han indicado que la competencia de los emprendedores que venden desde sus hogares, a través de redes sociales, se ha intensificado de manera considerable. Estos pequeños negocios en línea ofrecen una gran variedad de productos como donas, bombones, galletas, pasteles y más, a precios mucho más accesibles que los de los comercios establecidos.
Una de las razones detrás de este fenómeno, explican, es la ausencia de los altos costos operativos que enfrentan los reposteros que cuentan con un local físico. Al no tener que pagar alquiler, servicios o personal adicional, los emprendedores en línea pueden ofrecer sus productos a precios mucho más bajos, lo que hace que muchos consumidores opten por esta alternativa más económica.
“Nosotros tenemos que hacer frente a muchos gastos, desde el alquiler del local, el pago de servicios y el costo de los insumos, que en este último tiempo han aumentado considerablemente. Los precios de la mantequilla, la harina y el huevo han subido y eso se ve reflejado en el precio final de nuestros productos”, comenta una conocida repostera con más de 15 años en el negocio en Agua Dulce.
Además del aumento de los costos, algunos reposteros locales mencionan que los clientes, aunque desean un postre especial para la ocasión, no siempre están dispuestos a pagar los precios más altos que conlleva la producción de productos de calidad superior. Esto, sumado a la facilidad de comprar productos comerciales en cadenas de supermercados, ha reducido el interés por los productos artesanales, los cuales a menudo son percibidos como "demasiado caros".
Lo que antes representaba una temporada de bonanza para los reposteros, hoy se ha convertido en un desafío constante para quienes se mantienen a la vanguardia de la industria, luchando contra los precios bajos y la competencia desleal que surgen desde la comodidad del hogar.
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