El peculiar sonido que emite un silbato, anuncia el paso de Javier, un hombre que, durante 37 años ininterrumpidos ha recorrido las calles de Minatitlán y sus alrededores, llevando el “filo” a las casas de la ciudad.
Es de los pocos “afiladores” que quedan en la zona, quizá, son, tres o cuatro, contados con los dedos de una mano.
Recuerda que en aquellos inicios eran alrededor de ocho, las personas que ofrecían dicho servicio que varía en: cuchillos, machetes o tijeras.
Protegido del sol con una gorra, recuerda los años noventa cuando la derrama económica estaba en el auge por el efecto petrolero, pesquero y campesino, contrario a la época actual, cuando se complica todo.
Y es que don Javier Martínez, comparte con este medio que en una jornada puede llevarse hasta 500 pesos. Pero, cuando la cosa va mal, regresa a casa sin un centavo.
Y es justamente del oficio de “afilador”, de donde sacó adelante a sus dos hijos, de los que dice, ya son grandes.
“37 años y aquí vamos a seguir”, recalca Javier, hombre de antaño, el que recuerda la enseñanza del oficio que aprendió a través de un familiar, trabajo que le permite ganarse el sustento diario.
Y aunque, cada quien tiene sus precios, él decide ofrecer la labor entre los 30 a 40 pesos, dependiendo el esfuerzo.
“El afilador”, seguirá recorriendo las calles a bordo de su bicicleta, unidad que adaptó mediante un balconero para convertirla en la herramienta en la que monta la piedra de esmeril, impulsada por las llantas de la unidad mediante una banda, vehículo que, a su vez, lo lleva y lo trae.
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