A pesar de los avances en la construcción de nuevas calles y edificios con rampas y accesos para personas con capacidades diferentes, la infraestructura en Agua Dulce sigue siendo insuficiente para garantizar una movilidad adecuada en toda la ciudad, especialmente en áreas más antiguas. Las zonas céntricas y varios sectores construidos hace más de 50 años carecen de accesibilidad básica, complicando la vida diaria de quienes dependen de estos servicios.
Miguel Ángel Hernández Jiménez, residente de la colonia El Palmar, es uno de los afectados. En silla de ruedas, su intento por desplazarse hacia el centro de la ciudad, la estación de autobuses o incluso el supermercado más cercano se convierte en un desafío casi imposible. “Las banquetas están dañadas, llenas de topes, y muchas no tienen rampas”, relata Miguel Ángel, señalando que su independencia se ve limitada por la falta de infraestructura adecuada.
Aunque las calles construidas en los últimos tres años incluyen rampas en las esquinas y accesos en sitios estratégicos, como edificios públicos y comercios, el problema radica en las zonas más antiguas de la ciudad. El centro de Agua Dulce, por ejemplo, es una de las áreas más críticas debido a su mal trazado, con banquetas reducidas, callejones estrechos y aceras en deplorable estado, lo que impide el libre tránsito de personas con movilidad reducida.
“Es frustrante no poder moverte por tu propia ciudad”, comenta Miguel Ángel, quien ha dependido de familiares y amigos para sus traslados. “No solo afecta a personas en silla de ruedas, también a adultos mayores y padres con carriolas que se enfrentan a las mismas barreras”.
Ante esta situación, los habitantes afectados y sus familias han solicitado la intervención de las autoridades municipales para realizar mejoras en la infraestructura urbana. Piden que el gobierno local contemple un plan integral de remodelación que incluya la ampliación y reparación de banquetas, así como la construcción de rampas en puntos clave, no solo en las áreas nuevas, sino también en los sectores más antiguos y transitados.
La problemática no solo afecta la movilidad, sino que también limita el acceso a derechos fundamentales, como la educación, el empleo y la participación en actividades comunitarias, derechos que, en teoría, deberían estar garantizados para todos los ciudadanos.
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