Miles de personas se congregaron en Guatemala para despedir a los migrantes que murieron bajo la custodia del gobierno mexicano en un incendio en un centro de detención migratorio el 27 de marzo.
En Guatemala, familiares y amigos velaron y enterraron a Francisco Gaspar Rojché Chiquival y Miguel Rojché Zapalu, sobrino y tío respectivamente, en el municipio de Chicacao.
La familia de Rojché Chiquival entregó las escrituras de su terreno valuado en unos 15 mil dólares para financiar su intento de migración a Estados Unidos. En Honduras, la comunidad agrícola de Protección recibió los cuerpos de tres amigos, Dikson Córdova, Edin Umaña y Jesús Alvarado, entre llantos y flores blancas.
Las familias de los migrantes guatemaltecos y hondureños exigen justicia y resarcimiento por lo sucedido. Los parientes de los fallecidos recalcan que los migrantes no pretendían quedarse en México, sino que buscaban llegar a Estados Unidos en busca de mejores condiciones económicas.
La desesperación y el dolor son palpables en las ceremonias de despedida, con padres, esposas e hijos llorando la pérdida de sus seres queridos.
Algunos familiares piden a las autoridades mexicanas investigar el incidente y llevar a los culpables ante la justicia, mientras que otros hacen un llamado a los líderes de sus países de origen para tomar acciones que aborden el desempleo y la falta de oportunidades en las zonas rurales, con el objetivo de prevenir la migración forzada de los jóvenes
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