Tras saberse el trágico final de los tripulantes del Titán, submarino de OceanGate que descendía al naufragio del Titanic, mucho comenzó a especularse sobre cómo fueron los últimos momentos del aparato y quienes iban a bordo.
El hallazgo de restos ha hecho que las autoridades digan que el submarino sufrió una implosión en algún momento del descenso al infame naufragio, por lo que muchos se han comenzado a preguntar ¿qué es una implosión?
Antes, hay que entender que la presión juega un papel muy importante en la tragedia; con presión nos referimos al peso que ejerce la atmósfera sobre todos los cuerpos en este planeta.
A nivel del mar, la presión es de alrededor de una atmósfera, lo que equivaldría 1.033 gramos por centímetro cuadrado de nuestro cuerpo. En términos reales, esto equivaldría a que cada uno de nosotros carga 17 mil 500 kilos sobre la cabeza.
Sin embargo, nuestro cuerpo está diseñado para compensar esa presión, por eso no terminamos siendo aplastados por el peso de la atmósfera.
Pero ¿qué pasa si seguimos bajando? La presión por obvias razones aumenta al estar debajo del océano, ya que al peso de ese ‘cubo de plomo’ que ya cargamos se suma el del agua.
La presión a la que el Titán se encontraría en las cercanías del Titanic sería de 400 atmósferas, alrededor de cuatro mil toneladas por metro cuadrado, algo que muy pocos materiales y estructuras son capaces de soportar. Y es una presión a la que ninguna persona podría sobrevivir.
¿Cómo resiste un submarino estas altas presiones? Lo hace asegurando que al interior la presión sea lo más parecida posible a la de la superficie y así garantizar la supervivencia de los tripulantes, además que los materiales deben de ser los adecuados.
Si la estructura de la nave presentara alguna falla, aunque fuera muy pequeña, esto podría causar que el fuselaje ceda a la presión ejercida desde el exterior, destrozándose por completo.
En física, este principio de conoce como Ley de Boyle, que dice que la presión y el volumen están inversamente proporcionados. En palabras simples: las altas presiones siempre buscarán comprimir los espacios con aire.
Si la estructura, en este caso el submarino, está en perfectas condiciones y mantiene la presión al interior, todo estará bien; sin embargo, ante la más mínima rotura, la presión buscará eliminar todo el aire dentro, aunque de manera agresiva debido a la enorme cantidad de agua afuera.
Todo esto ocurriría en menos de un segundo, haciendo que el aparato colapse, plegándose sobre sí mismo como una lata de refresco. Eso se conoce como implosión.
Y a diferencia de una explosión, donde toda la energía se da hacia afuera, en la implosión ocurre hacia adentro; esto ocurre de manera inmediata, por lo que en menos de 40 milisegundos (un parpadeo), el submarino pasará a ‘desaparecer’, derrumbándose sobre sí mismo.
Por ello es importante estar seguro que los materiales de la nave sean los ideales y que la coraza (estructura exterior) no esté dañada, que haya pasado diversas pruebas de seguridad.
Y no olvidar tomar en cuenta todos los factores externos, como las corrientes en el lugar y hasta los cambios en la salinidad, pues todos ellos juegan un papel muy importante en una inmersión a zonas muy profundas.
En el cuerpo humano los efectos de la presión pueden sentirse bastante rápido; es como cuando tratas de nadar al fondo de una alberca y de repente empiezan a doler tus oídos, ya que el tímpano empieza a comprimirse ante la diferencia de presión dentro y fuera de la cabeza.
Y si alguna vez has buceado, seguramente recuerdas lo difícil que se hace respirar, esto por la presión que se empieza a ejercer sobre los pulmones, lo cual complica la toma de aire.
En el caso del Titán, la implosión habría hecho que la muerte de los tripulantes fuera prácticamente indolora ya que, en teoría, habría sido algo inmediato, pues la nave prácticamente quedó hecha escombros en solo un instante.
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