En Suiza la eutanasia ha tomado un giro tecnológico con la introducción de la cápsula suicida “Sarco”, dispositivo diseñado por el Dr. Philip Nitschke, un activista australiano a favor de la eutanasia.
La capsula suicida ha generado un intenso debate tanto en el ámbito legal como en el ético, pues permite a las personas que desean terminar con su vida hacerlo de manera autónoma y sin dolor.
El funcionamiento de la cápsula Sarco, cuyo nombre es una abreviatura de “sarcófago”, es relativamente sencillo, aunque altamente controvertido, pues la persona que desea utilizarla ingresa en la cápsula y, una vez dentro, puede activar el mecanismo que libera gas nitrógeno en su interior.
Este gas reduce rápidamente los niveles de oxígeno, causando una pérdida de conocimiento en cuestión de segundos y, finalmente, la muerte por hipoxia (falta de oxígeno) en pocos minutos.
El diseño de la cápsula es aerodinámico y futurista, y puede ser impreso en 3D, lo que facilita su transporte y montaje en cualquier lugar.
La cápsula Sarco ha sido objeto de críticas y controversias, pues mientras que los defensores argumentan que ofrece una alternativa digna y sin dolor para aquellos que buscan la eutanasia, otros temen que su diseño moderno pueda glorificar el suicidio y que su uso sin supervisión médica pueda ser peligroso.
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