El 14 de junio una embarcación pesquera se hundió en el mar Mediterráneo, ese naufragio dejó al menos 78 migrantes muertos y 104 rescatados con vida, Muhammad Hanza es uno de ellos, el pakistaní narra las terribles condiciones y trato que recibió durante las seis noches y cinco días que pasó en el mar.
“Nos pegaban y nos obligaban a sentarnos, ni siquiera podíamos estirar las piernas, tampoco nos dejaban hablar entre nosotros”, cuenta Muhammad a BBC News.
Los alimentos y el agua se terminaron y fueron obligados a beber del mar, tampoco había inodoros, todo era una inmundicia y se calcula que unas 750 personas iban hacinadas en el barco.
Media hora antes de la tragedia el motor de la embarcación dejó de funcionar, después, el barco se hundió y todos empezaron a saltar, a lanzarse al agua para intentar salvar sus vidas.
Ya en el agua, Muhammad cuenta que tomó una botella vacía de litro y medio y empezó a nadar por alrededor de 40 minutos hasta que fue rescatado por una lancha.
Al igual que millones de migrantes, Muhammad dijo que dejó su país en busca de una vida mejor.
Cuatro días después del naufragio en el Sur de Grecia, otra tragedia sucedía, un submarino de la compañía OceanGate que exploraba los restos del Titanic desapareció en el océano Atlántico con cinco pasajeros abordo: Shahzada y Suleman Dawood, un empresario británico de origen paquistaní y su hijo; el empresario británico Hamish Harding; el buzo francés Paul-Henri Nargeolet; y Stockton Rush, CEO de OceanGate Expeditions, la empresa que operaba el submarino Titán.
El mundo como arte de magia olvidó la tragedia migrante en Grecia y se centró en la historia de los expedicionarios en busca del legendario Titanic, y tras su lamentable muerte, anunciada de forma oficial, todavía las redes sociales y medios internacionales cuentan la noticia en sus diferentes aristas.
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