El pez remo es de mal augurio en la cultura japonesa, ya que consideran que presagia desastres ambientales.
En el 2020, en México y Chile, se vería al pez remo en la superficie del mar y en las playas. Lo curioso es que se produjeron terremotos a los pocos días en los citados países.
Por decir una cosa, en el puerto de Arica en Chile, fue visto un ejemplar de 5 metros con 80 centímetros en el año 2020. No obstante, en el caso de México, un pez remo fue encontrado en Cozumel el 11 de junio y otro en la Bahía Pichilingue, en la ciudad de la Paz, un mes después en el mismo año.
Además, el hábitat natural del pez remo son las profundidades del océano, un detalle que hace todavía más extraño su avistamiento.
El pez remo o Ryugu no tsukai, es decir, “Mensajero del Palacio del Dios del Mar”, es de mal augurio en la cultura japonesa, ya que consideran que presagia desastres ambientales como los terremotos y tsunamis. Tan solo ver una gran cantidad de estos peces rumbo a las playas es una señal negativa. Es más, de acuerdo con la leyenda de Namazi, quien encuentra a este pez "queda maldito".
Según especialistas como el sismólogo japonés Kiyoshi Wadatsumi, un pez remo podría advertir el fin del mundo o anunciar catástrofes porque “viven cerca del fondo del mar y son muy sensibles a los movimientos de fallas activas que los que se encuentran cerca de la superficie del mar”, explica.
Así, estos peces de las profundidades salen a la superficie cuando detectan movimientos extraños en el fondo del mar. De modo que, su aparición se relacionaría con futuros terremotos o tsunamis por esta misma razón.
Sin embargo, para la ciencia es el pez remo gigante (Regalecus glesne) o el rey de los arenques. A su vez, es considerado uno de los peces óseos más largos porque alcanza de 11 a 17 metros de longitud. Pueden llegar a pesar unos 200 kilos.
El pez remo tiene forma de cinta y cuenta con aletas pequeñas. Así mismo, bocas pequeñas, con mandíbulas diminutas y dentadas. Su piel no tiene escamas pero es viscosa y de color plateada. Su alimento consiste en pequeños peces y calamares.
Por su parte, Rachel Grant, quien es profesora de Biología Animal de la Universidad Anglia Ruskin en Cambridge, coincide con esta idea. “Es teóricamente posible porque cuando se produce un terremoto puede haber una acumulación de presión en las rocas que pueden conducir a cargas electrostáticas, generando iones con carga eléctrica, que luego se transmitirán en el agua”, comenta.
“(...) Los iones cargados también pueden oxidar materia orgánica que podría o bien matar a los peces u obligados a abandonar las profundidades del océano y subir a la superficie”, agrega la experta. “Procesos geofísicos detrás de este tipo de avistamientos pueden ocurrir antes de un terremoto”.
Julio 2022, Chile
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