Especialistas de la NASA detectaron que se ha formado una especie de “abolladura” en el campo magnético de la Tierra sobre América del Sur y el Atlántico Sur que causaron una disminución sustancial en la intensidad del campo magnético terrestre.
Este fenómeno, el cual fue nombrado como Anomalía del Atlántico Sur (SSA, por sus siglas en inglés), en un corto plazo podría dañar a los satélites y a las naves espaciales que atraviesen la región, con exposiciones a altos niveles de radiación que podrían afectar a los sistemas electrónicos.
Mientras que a largo plazo y en caso de que siga incrementándose, podría tener repercusiones en las telecomunicaciones y en las redes eléctricas de la tierra por el daño en los satélites.
Esta anomalía también podría representar problemas serios para los seres humanos ya que la exposición a la radiación ya que con el paso de los años será una entrada por donde consiga colarse la energía 'pura’ del Sol.
“(Este es) un comportamiento atípico en el campo magnético terrestre. Justo encima de América Latina se aprecia una región amplia que se ha debilitado", explicaron los expertos, quienes también han detectado que este fenómeno se está dividiendo en dos lóbulos, lo que dificulta aún más las misiones espaciales.
La SAA ya era conocida por los expertos, pero ha puesto en alerta a todos debido a un acelerado crecimiento durante los últimos cuatro años del siete por ciento. El surgimiento de dicha anomalía se atribuye a la inclinación del eje magnético del planeta, así como al flujo de metales líquidos en su núcleo exterior.
La ausencia de este escudo natural que actúa como una coraza contra las partículas cargadas del Sol haría imposible la vida en la tierra, ya que la radiación solar acabaría con la biósfera en cuestión de unos años.
No obstante, la NASA destacó que esta región debilitada del campo magnético de la Tierra no afecta a la vida, pero si compromete a los satélites que orbitan en ella, ya que quedan desprotegidos ante las tormentas geomagnéticas del Sol.
Estas tormentas ya habían sido un problema para nuestro planeta hace unos días por la presencia de auroras boreales en lugares donde era extremadamente raro verlas, pues llegaron a una clasificación G5, el nivel más alto desde el 2003.
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