Murió a los 69 años el músico oaxaqueño, Guillermo David Porras Mariscal, (1 de agosto de 1953- 4 de octubre de 2022). Con testimonios de algunos de sus colegas y de su hoy viuda, Griselda Guadalupe Franco Rubio, reconstruyo algo de su trayectoria:
Con una afición musical iniciada desde casi niño, combinada con su carrera de arquitectura, Memo Porras comenzó tocando rock and roll con el grupo Los Beethoven’s, encabezado por su hermano Pablo y se le vio haciendo sus pinitos con la agrupación Sierra Madre, de Jacobo Aragón. Después de perfeccionarse en la escuela de Bellas Artes, incursionó en la instrumentación, arreglos e interpretación de música de jazz. De los años ochenta hacia acá tocó en cuanto escenario o sitio nocturno se lo permitiera como La Cumbancha, El sol y la luna y en Los tres patios.
En una remembranza, Gustavo López mencionó a sus pares con los que alternó Memo y personajes como Paul Cohen, esposo, arreglista y director artístico de la cantante Lila Downs: “Formó parte de una generación que fue parte fundamental de la transformación de Oaxaca”, escribió en su red social. Con ellos “las noches de Oaxaca pasaron de responder a los criterios de una mojigata e hipócrita sociedad moralista a transfigurarse en una sociedad con una vida nocturna y pequeños espacios donde alrededor de la música una pujante camada de artistas de diversas disciplinas encontró el nicho necesario donde juntarse, para gestar el Oaxaca que después destacaría por su plena vida cultural”.
Fundador del grupo Mezcalito con Gustavo López y Cipriano Izquierdo, Memo fue continuador de la tradición jazzística de músicos como Jorge Fernando Hernández, Arturo Martínez San Juan y otros, surgidos de la música clásica. Jorge armó, al final de su vida, la banda “Yope Power”. Cuando a principios de los años setenta surgió el Grupo de Jazz de la Escuela de Bellas Artes, Jacobo Zabludovsky exclamó al dar la noticia que “escuchar Jazz en Oaxaca era como ver sentado a un negro en la silla presidencial de los Estados Unidos”.
Sin embargo, a los jazzistas locales “les ha faltado conocer su propia historia”, le dijo al reportero Renato Galicia el entusiasta difusor radiofónico de este género: Óscar Xavier Martínez, Oxama, quien participó, en 2016, en la presentación del libro Atlas del Jazz en México, de Antonio Malacara Palacios. Para Oxama, el jazz en Oaxaca está incluido en el movimiento contracultural de aquella época. Sin embargo, casi nunca las instituciones culturales lo respaldaron.
No obstante, se jugaron su prestigio, apoyándolo, el ex rector de la UABJO, Rubén Vasconcelos, el dramaturgo Sergio Magaña, así como artistas plásticos e intelectuales que creyeron importante difundir una corriente nacida de la negritud, el esclavismo y el apartheid estadounidense. “El jazz es hambre”, decía a sus músicos Jorge Fernando, durante los ensayos en la Sala Juárez del ex convento de San José.
En 1980, Memo Porras fue designado director del grupo de Jazz, y cuando se erigió en Facultad de Bellas Artes, continuó como docente y animando el Ensamble de Jazz. Con este grupo se presentó en las ciudades de Xalapa, Ciudad Juárez y el Festival Internacional Cervantino. También compartió tablas con Rodolfo Popo Sánchez Vega, Lila Downs, Roberto Aymes, Agustín Bernal, Atril 5 y con el prodigioso flautista Lloyd McNeill.
En 1989 organizó el Festival JazzOax y después el Festival Internacional del Bolero. Su destreza en el piano acústico y electrónico (llegó a poseer un Hammond b3, el rey de los órganos, recuerda Alejandro Villanueva) lo llevó a componer música para obras de teatro y danza, y a compartir talleres de perfeccionamiento con Manuel Enríquez, Sergio Cárdenas, Óscar Olea y el colombiano Alberto Zapata. Memo Porras ha sido considerado para figurar en las páginas del libro “Carambola, vidas en el jazz latino”, de Luc De Lannoy, prologado por el aclamado clarinetista y saxofonista cubano Paquito De Rivera. Hace ocho años la Secretaría de Cultura le organizó un homenaje en vida.
De Memo Porras me quedo con buenos recuerdos de juventud. En 2018, cuando triunfó Andrés Manuel, nos vimos en una reunión con el monero Gonzalo Rocha para otear por dónde iría la Cuarta Transformación. Me dio un gran gusto saber que coincidíamos en política.
En su ausencia definitiva, nos hará falta la bonhomía y profesionalismo de Guillermo Porras Mariscal, un oaxaqueño inolvidable, de los que abrió brecha para que el jazz tuviera raigambre popular y no se quedara en los espacios de la llamada música culta. A sus amigos, colegas, familiares y a su esposa Griselda e hijos Guillermo Andrés y Grisel Andrea Porras Franco, mi solidaridad siempre.
@ernestoreyes14
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