La diplomacia en cualquier país del mundo se utiliza como herramienta de diálogo y negociación constructiva que resuelve en un plano de altura las controversias que se presentan entre las naciones, porque si éstas no son atendidas bien y pronto, pueden escalar y si son mal manejadas, terminarán dañando las buenas relaciones que deben existir entre los países para facilitar el comercio, el intercambio cultural, el tecnológico y la movilidad entre los ciudadanos de las distintas naciones, que se necesitan mutuamente, sobre todo cuando son vecinos.
Debido al enorme desarrollo económico y tecnológico alcanzado por los Estados Unidos, porque su sistema privilegia la libertad de emprender, el respeto a la propiedad privada y el estado de derecho; México, que no ha crecido en igual proporción por tantos errores cometidos, se ha vuelto dependiente del intercambio comercial con esa nación, al grado de que los americanos resultan ser nuestros mejores clientes.
Tan solo los paisanos que trabajan allá envían más de 40 mil millones de dólares anuales a sus familias de México. Esta enorme inyección de recursos ayuda a que nuestra economía no naufrague.
Por otro lado, cualquier negocio trata a su mejor cliente con cortesía para no perderlo.
En cambio, aquí en México, donde la política se maneja al revés, se le exige a nuestro principal socio comercial que reciba a todos los inmigrantes de otros países que anhelan trabajar en USA para tener un mejor porvenir, en lugar de exigirles a los gobiernos que con sus malas políticas y pésimas decisiones hundieron a esas naciones en la pobreza, que rectifiquen y se dediquen a atender las necesidades prioritarias de su población, para que ésta no requiera emigrar.
Pero eso no es todo. A sabiendas de la mala relación existente entre el gobierno de los Estados Unidos y los gobiernos dictatoriales de Cuba y Venezuela, las autoridades mexicanas traen como invitado especial al presidente cubano Diaz-Canel. El mismo que ordenó reprimir al pueblo cubano hace varias semanas, porque los sufridos cubanos tuvieron la osadía de pedirle a sus autoridades algo tan elemental como libertad, comida y medicinas. Se lo solicitó su pueblo a un régimen dictatorial insensible que gobierna Cuba con mano de hierro desde hace más de 60 años.
Por si fuera poco, trajo además a las fiestas del 16 de septiembre a un contingente de soldados venezolanos que desfilaron gritando consignas a favor del finado dictador Hugo Chávez. ¿Cuándo habíamos visto semejante disparate?
Además, al presidente cubano lo sentaron al frente de los invitados de honor, pero al embajador de Estados Unidos lo mandaron hasta atrás.
En política no hay casualidades.
En política la forma es fondo.
Basta y sobra con que Estados Unidos molesto por la actitud del gobierno mexicano nos deje de comprar aguacate, restrinja el envío de remesas a México, nos deje de regalar vacunas y nos cobre absolutamente todo lo que le debemos, para ponernos en jaque. Si además, nos cierra su frontera, en cuestión de semanas o tal vez días se colapsa México.
Necesitan los funcionarios de nuestro gobierno ser menos viscerales, más sensibles e inteligentes y también más diplomáticos. El sistema socialista que algunos funcionarios y políticos actuales anhelan ha resultado un rotundo fracaso a nivel mundial.
Nada ganamos defendiendo a dictadores tropicales que han sumido a sus pueblos en la miseria y los han despojado de las libertades que tenían.
Una cosa es defender al pueblo cubano y al venezolano de los atropellos que sufren por parte de sus gobernantes y otra muy distinta es respaldar públicamente a los regímenes tiránicos y antidemocráticos que gobiernan a esos sufridos hermanos nuestros, quienes pasan hambre, carecen de medicamentos y no gozan de libertad.
No hay que ser ingenuos, ni tampoco confundir la gimnasia con la magnesia. Menos defender lo indefendible.
Mientras que Parlamento Europeo acaba de condenar por mayoría de votos a Díaz-Canel por su represión en contra del pueblo cubano, resulta que aquí se le concede un lugar de honor en nuestras fiestas patrias.
Algo anda mal en México.
Por cierto, tampoco hay que ponernos a las patadas con Sansón y en este caso Sansón, nos guste o no nos guste, resulta ser el gobierno americano.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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