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Coatzacoalcos

(+Video) Amalia convierte en arte la piel de nutria, serpientes y lagartos

Ella es la única que ejerce la talabartería en Coatzacoalcos

Coatzacoalcos Ver. | 2022-08-01 | Heder López Cabrera
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Diario del IstmoDiario del Istmo
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Aprendió la talabartería desde hace 28 años, gracias a quien fuera su pareja y hoy en día Amalia Valdez Castro se sostiene de la elaboración de carteras y cinturones de cuero de borrego, conejo, nutria, serpientes y lagartos, rompiendo el molde de que éste es un oficio para hombres.

“En aquel tiempo, cuando vivía en El Tesoro, mis amigas me decían: ¿por qué te metiste en ese lugar que está tan feo? Pero yo de mi casa no iba a encontrar un pedazo de mezcla para comer, yo buscaba comida y buscaba el bienestar, aquí no hay mucho bienestar, está la cámara, está el ropero, una mesa donde como, la estufa y el refrigerador, pero eso me hace feliz, porque yo no iba a estar en mi casa si no tenía nada qué hacer”, expresó Amalia, de 72 años.

Aunque ella tiene hijos y nietos, vive sola desde hace 10 años, cuando enviudó de su mentor, Adolfo Acosta, conocido por su local en el Mercado Constitución; de ese tiempo a la fecha sus clientes son muy fieles, incluso ha llegado a más personas gracias a las recomendaciones de su impecable trabajo, pues ella no sólo costura y fabrica las piezas, sino que curte las pieles que le venden.

“Borrego, nutria, lagarto, víbora e iguana son las que curto, a veces andan ahí chamacos y me traen culebras muertas, yo aquí les quito el cuero, las trabajo, me traen de la ratonera, porque la víbora de cascabel y la otra no sirven, porque se desbarata con la cal, la nauyaca es muy peligrosa, hasta para agarrar la piel es muy venenosa”, comentó.

El proceso para curtir las pieles comienza desde que Amalia las compra, las deja en sal, posteriormente las mete en cal y luego las extiende en una tabla, lo que puede llevar hasta 15 días dependiendo el tipo de ejemplar, eso sin contar los que se demora en hacer una cartera grande o pequeña, así como un cinturón.

“La gente me dice que porqué no he dejado un legado, pero nadie quiere, porque es mucha la labor, mucho es el estar pegado con todas las pieles…  después de la curtida las tiene uno que lavar y extender, ése es el tiempo y ese tiempo no nos lo pagan”, destacó.

La talabartería mas que un oficio es un arte, sin embargo, es un arte poco valorado y grandemente regateado por la clientela, pues si bien una cartera puede costar 400 pesos y un cinturón hasta 600 pesos, hay quienes piden un precio más bajo, ignorando todo el tiempo que lleva su elaboración.

“Yo me siento tranquila por un lado, por otro lado me da pena que otras personas quieran trabajar esto y no puedan, me han pedido que les enseñe, pero el enseñarle es mucho trabajo, tienen que comenzar desde abajo, desde curtir esa piel, lavarla y terminar esa pieza, entonces no se llevarían ni una semana ni dos, se llevarían dos meses y si dicen que ya se fastidiaron, mejor ahí la dejamos”, remarcó Amalia.

De las personas que se acercan a Amalia a aprender, nadie termina la capacitación por lo laboriosa y demorada que es, además pues esto no implica un pago, ya que prácticamente ella se sostiene de las ventas que haga.

Amalia tuvo cuatro hijos, siendo una de sus hijas la que falleció, quedándose ella a cargo de los dos nietos que le dejó, a quienes sacó adelante hasta donde le fue posible, si bien sus hijos y nietos la apoyan con cierta frecuencia, ella aprendió a no depender de nadie.

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