Dormir no es de flojos. Es una oportunidad que le damos al cerebro para que consolide ideas, aprendizajes, y para que nuestro cuerpo descanse y haga funciones vitales que solo ocurren cuando nos relajamos totalmente.
No tenemos un interruptor que apagamos fácilmente a la hora de dormir. Es preciso que vayamos preparándonos para el momento de descanso al menos una hora antes de irnos a la cama. Cambia de espacio, iluminación, haz alguna actividad que te da calma, toma un té o haz algún tipo de ritual que le diga a tu cuerpo que ya terminó el día de trabajo, tensión y que las preocupaciones ya se atendieron por hoy. Es momento de descansar.
Uno de estas acciones que marcan el final de tu día puede ser repetir en voz alta o en tu mente estas afirmaciones que te compartimos a continuación:
Este día concluyó.
Hice todo lo que pude.
Ahora, me merezco un buen descanso.
Estoy listo para irme a dormir.
Me dormiré fácilmente.
Siento calma y paz.
Estoy agradecida por el día de hoy y lo que será mi día de mañana.
Me despertaré revivido y lleno de energía.
Todo está bien.
¡Felices sueños!
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